martes, 25 de octubre de 2011

A veces doy más miedo que el propio jalowin

En teoría y puestos a repetirme, esto iba a ser un blog ultra divertido. Pero mi sentido del humor radica en la ironía, sarcasmo y exageración, así que mientras yo sea yo misma, lo mismo consigo arrancar una sonrisa –o ganas de arrancarme la cabeza, por el contrario-. En cualquier caso, este es mi blog y escribo lo que quiero. Y si no os gusta… Pues achinad los ojos, buscad la x con cara de indignación y SALID ECHANDO HOSTIAS. Que en youtube hay vídeos que te cagas.

Últimamente estoy provocando a mi parte sensiblera con algunas películas ñoñas y canciones lentitas. Entre las películas ñoñas, destacaré una que se llama One day. No la veáis, es de llorar. Y no te esperas que sea de llorar, por lo que es una jodienda. De todas formas, no estaba pensando en las películas precisamente, sino en una canción. Se llama “invisible” y la canta Skylar Grey. Si, tiene un nombre raro de cojones, pero la letra creo que nos puede meter en el saco a mucha gente. En si es bastante superficial, ya que cuenta sus esfuerzos para estar más guapa, parecer más interesante y a pesar de todo, se sigue sintiendo invisible.

A ver, que levante la mano el/la que no se ha sentido invisible alguna vez. Yo lo pienso a menudo, a veces creo que hacemos demasiados esfuerzos para ser vistos. Es como si fuéramos gritando “EH HOLA ESTOY AQUÍ, MIRA, LLEVO LAS TETAS EN LA CABEZA Y RIMMEL HASTA LA CORONILLA”. Y así nos va, como para quejarnos estamos. Hay una película (ñoña, of course) que me marcó con una frase. Resumiré el argumento: chica fea, mejor amigo enamorado de ella, ella no se da cuenta, digievoluciona a tía buena, el hombre de sus sueños superficial y RUBIO (me dan mala espina) de repente la quiere, él no es bueno, su mejor amigo si. Un día se da cuenta por fin serafin y triunfa el amor. Bien, ahora viene la frase. Él le pregunta: ¿por qué yo? –algo evidente dado que él es un mortal normal y ella parece más bien una semidiosa del victoria’s secret- y ella le responde “porque me veías cuando era invisible”. Esa es la clave. Y juntándolo con eso, creo que estaremos todos de acuerdo en que sería mucho más fácil enamorarse si no pudiéramos activar nuestra barrera de defensa.

Los amores más fuertes que he conocido a mi alrededor, muchos de ellos se han dado entre amigos o con conocidos que poco a poco y sin darse cuenta, se han ido ganando. Ahí está la clave, hijos míos. O al menos, ahí creo que reside mi problema (y el de mucha gente). Gente que al mínimo gesto de interés de la otra persona, se cierra, generalmente por miedo. Ya no sé si el miedo es a ser querido, a salir herido o a perder esa independencia que disfrutamos tanto como odiamos. Pero es miedo al fin y al cabo.

Es de valientes proponerse acabar con él, pero es muy complicado. El subconsciente siempre está ahí para darte el aviso. De hecho, esa historia que contaba entradas más atrás, surgió precisamente porque yo tenía la guardia baja. Jamás se me pasó por la cabeza que fuera a sentir algo más allá de la amistad por esa persona y… voilá. Como dije, se te pone el mundo patas arriba.

Entonces, ¿cuál es la solución? Porque el miedo no ayuda, precisamente. No ayuda en ningún caso. Supongo que la solución es ser capitán obvio y lanzarse a la aventura. Y si sale mal, pensar que podría haber salido peor. Y si sale bien… Darse con un canto en los dientes. Total, si te quedas sin ellos la otra persona tiene que quererte, así que todos felices.

No, ahora en serio y hablando de capitanes. He visto capitán américa y como dirían en Madrid, mola mazo. Las pelis de superhéroes me flipan.

Me despido, que es hora de mi maratón rutinario de series. Espero que no tengáis la necesidad de ver series, pelis o escuchar canciones ñoñas en la vida. Las carga el diablo.

(¿Habéis notado el cambio de tema? Soy tan sutil)

A DISFRAZARSE TODO EL MUNDO DE PORNOCHACHA QUE ES JALOWIN. Y todos sabemos, que en jalowin damos bastante miedo con media teta fuera. Es lo que ha llegado a mis oídos. Y sinceramente, es cierto. Me encuentro en un callejón oscuro con Yola y sus tetas y me da un ictus ahí, caigo redonda. Seguro que os pasa a todos ;)

PD. Hoy ha sido mi día de la suerte. Me han tocado dos entradas para el preestreno de una película. Y dos paquetes de cacahuetes por el precio de uno en la máquina. Pero bueno, lo importante ¿quién quiere ir conmigo al cine?

PD 2. Es una pregunta retórica. Ya tengo acompañante. Mi querida hermana pequeña / compañera de piso con el mismo pijama en otro color, se viene conmigo a inflarse a palomitas. Pero os contaremos qué tal está, prometido.

domingo, 16 de octubre de 2011

Hey hou, let's go!

¡Hey! ¿Alguien me recuerda? Probablemente no obtenga respuesta, porque me apostaría los dedos de mis pies (realmente útiles) a que nadie lee este blog. Pero realmente mola cuando comento que tengo uno, aunque parezca más un elemento decorativo en Internet que algo medianamente serio.

En cualquier caso, se supone que iba a contar mis divagaciones o novedades. Y suelo pensar que no tengo de eso, aunque es mentira. Se puede decir que mi vida ha cambiado bastante en cuestión de meses.

He sido muy cruel con aquellos pobres incautos que me siguieron alguna vez y no conocieron el final de esa bonita historia en la que estaba sumergida. Pedí públicamente mi primer deseo, que era no tropezar con una gran piedra que me devolviera a la realidad, con la razón recordándome lo que me ha recordado tantísimos años. Bueno… Deseo no cumplido. Pero a pesar de todo, no soy una infeliz. Supongo que no siempre se gana y ahora que he tenido un final, puedo aseguraros, que tampoco he perdido. Mi parte horriblemente negativa, esa que suelo intentar apagar (muchas veces sin éxito) me intentó hacer creer alguna vez que había perdido el tiempo. Y no sólo el tiempo, también la poca confianza que había conseguido reunir durante varios años en lo que tiene que ver con el amor y esas historias que finjo repeler. Pero nada de eso.

Es cierto, la confianza se ha resentido un poco. Creo que la primera vez que sientes algo tan fuerte, cuando eso se termina piensas que será difícil sentirlo de nuevo. Te convences de que ya no hay oportunidades para ti y cualquier nueva oportunidad que se aproxima, es rechazada a la primera de cambio. Probablemente por miedo. Si, amigos, soy un tanto cobarde, pero la gente que me conoce y por alguna razón, me quiere, ya lo sabe. Así que no es nada nuevo.

Pero no estamos aquí para ponernos ñoños… Ahora vivo sola, en una ciudad completamente nueva para mi y con un final de carrera que temo no poder superar. Así que tendré que esforzarme para no caer, porque no estamos para disgustos.

La verdad es que nunca sabes lo que tienes hasta que lo pierdes. Un día leí, que si que sabes lo que tienes, pero nunca esperas perderlo y pensé “oh joder, qué razón”. Yo ya sabía la familia tan genial que tengo, los amigos, la ciudad… Pero muchas veces cometemos el error de no querer verlo. Una vez que te alejas, te das cuenta del valor que tienen ciertos momentos, como una llamada de un amigo o una visita de tu madre al cuarto con montones de ropa limpia, que te recuerda que tienes tu batcueva hecha una mierda y tienes que recoger. Esos detalles, me faltan. Pero hay que ser positivos, ahora tengo otros. Como el “holitas” al entrar en casa de mi compañera de piso. Esa sensación de tener una nueva hermana (pequeña) a la que intentar enseñar todas las lecciones que en teoría, llevas de ventaja y aprender nuevas de ella que quizás perdiste por el camino. Esos nuevos amigos y amigas a los que quieres ver y deseas que los días de la semana pasen rápido para poder disfrutar del Express fin de semana. La tranquilidad al llegar a casa, la emoción por conocer gente, lugares nuevos. Las ganas de volver a sentir algo, por pequeño que sea. Ese tipo de cosas que solo una nueva vida te puede dar. Y por otra parte, ese cosquilleo que te entra al cruzar la puerta de tu casa, de tu casa de verdad, aquella que has dejado. Y recibir un abrazo de tus padres, un par de ladridos de tu perro, unas bromas de tus hermanas y cuñados y la ilusión de ver que tienes un sobrino que en dos días medirá dos metros y uno nuevo en camino.

La familia creeeece señores y las cosas cambian con una rapidez pasmosa. Ayer era una jovencilla adorable de 18 años que empezaba la carrera sin saber siquiera a qué se quería dedicar. Ahora soy una jovencilla un poco menos adorable, de 21 años, que lo único que tiene claro en la vida es que jamás dejará de teclear. Ah, y que el mundo está complicado ahora para conseguir un trabajo decente, pero para eso tendremos que luchar todos. Así que jodidos, vamos a estar. Pero, como he dicho, no vamos a ser negativos.

Os doy una nueva lección que probablemente ya sabréis, pero que solemos olvidar. Disfrutemos de todos los detalles, sorpresas e incluso desilusiones que la vida nos tiene preparadas. Nunca sabes cuándo vas a echarlas de menos.

Encantada de volver a bloggear, espero retomar esto más a menudo y… La próxima lección volverá a ser sobre algo superficial y tonto. De esas que lees y con suerte, consiguen hacerte sonreír. Ya basta de hacer pensar al personal (no quiero que os de un ictus).

Un saludete

sábado, 28 de mayo de 2011

La vida patas arriba

Queridos lectores (si, vosotros, los millones de personas que leéis este blog a diario, vamos) he decidido que hoy voy a dar un par de consejos para darle emoción a la vida.

De momento, y como sé que estaréis preocupados por esa lucha entre la razón y cursilandia, he de deciros que cursilandia sigue siendo un peso muy pesado. Tan pesado que voy ciega por la vida y no precisamente de alcohol (aunque una o dos veces a la semana también se da esa variable). Este es el primer paso, para poner tu mundo patas arriba.

Sal a la calle. O no salgas, quédate en tu puta casa y métete en internet, donde haya gente. El caso es que lo importante es que conozcas a alguien. ¿Lo has hecho? Bien, se ve que no eres vasco/a y sabes ligar fácilmente.

Si esa persona te gusta y debería gustarte para poder completar el proceso, a medida que vayas conociéndola, las cosas se te empezarán a nublar. Empezarás a hacer cosas que antes no hacías, como sonreír de vez en cuando y sin razón aparente porque recuerdas ese día, a esa hora concreta en la que esa persona hizo una soberana estupidez o arriesgar tu fabulosa vida académica para poder pasar algo de tiempo junto a ella. No te creas que todo va a ser maravillas, también llorarás o descargarás tu ira sobre objetos tales como el móvil cuando crees que esa persona no responde tal y como te gustaría. El mayor síntoma de que todo este proceso progresa adecuadamente, se da cuando, en un día de aburrimiento total y absoluto, lees frases de películas (a poder ser románticas) y te sientes asquerosamente identificado. La mejor frase, es aquella que dice “Dicen que en el amor siempre hay uno que quiere más al otro. Dios mio, como desearía no ser yo.” En el momento en el que leas esto y pienses: joder, soy yo... Estás jodidete.

La gente como yo, que queremos vivir por y para el cine, muchas veces sentimos irremediablemente que hay alguien, una figurita que está dirigiendo nuestra propia película. Igual me pasa solo a mi y decidís empezar con los papeles para el centro psiquiátrico, no pasa nada. Si me internáis, que tenga internet, por favor. Que me aburro mucho con las series que dan por la tele.

Total, que la gente loca como yo, va por la calle melancólica y siente: eh, ahora tengo la banda sonora acompañándome (porque yo hablo de la gente que va escuchando música a todos lados. Los otros: BUUU, malos). Y todo tiene sentido, porque todo es como una película. La chica lucha por el amor del chico y aunque el chico se resiste, no puede evitar caer en la magia del amor y entra en razón, se juega por ella. Y después de que hayamos terminado de vomitar todos, os diré que no, no vivimos en una película. Y me diréis ¡oh joder Ane, ya lo sabíamos! Ya, pero yo no termino de tenerlo claro. Y aquí escribo lo que me da la gana.

El caso es que cuando escribo historias, les doy el final que me gustaría que tuvieran. Y quiero pensar y seguir pensando, que si esos guionistas descerebrados que han hecho que vea películas llenas de hombres arrogantes y fríos que sólo se quieren a si mismos pero que al final, en el puto minuto 88 descubren que pueden querer a alguien más que entre en la ecuación; si esos miserables han escrito y descrito a esos hombres, es porque no todo está perdido. Porque por desgracia, sigo creyendo en la aparición sorpresa en el último minuto, en la llamada que no te esperas, en el grito para pararte cuando te alejas y todo parece perdido. Y ese es el problema, que lo esperas, lo sueñas y no suele ocurrir. Y a lo mejor esa otra persona se está jodiendo por dentro por no ser capaz de detenerte, pero nunca lo sabrás. Entonces te planteas el asunto. ¿Qué haces? Porque tu película tiene que acabar bien. No estás poniendo patas arriba tu vida para acabar en un drama de antena 3. Así que tomas la iniciativa y decides que si juegas, juegas con todas las consecuencias.

Lo veis, ¿no? Poner tu vida patas arriba es sencillo. El día menos pensado, y nunca mejor dicho, os ha ocurrido. Porque este sencillo proceso, consiste precisamente en eso, en dejar de pensar. Para bien o para mal, pensar es algo que finalmente resulta inútil. Una vez que has dejado de pensar en la fiesta del fin de semana y has pasado a pensar en esa persona, ya no tienes escapatoria. Vas a sufrir, vas a sufrir y lo sabes. Así que ¿para qué andarte con listas de pros y contras? ¿Para qué huir? ¿Para qué esconderte en un armario con Justin Bieber si ya no hay espacio? Amigos, gente escéptica del mundo, enemigos, mujeres soñadoras y hombres cabrones: arriesgaos. Y con eso, lo tenéis todo hecho.

Que si, que vais a joderos vivos, eso os lo aseguro. Pero también os aseguro que por primera vez, vais a pensar que vivís. Y las cosas se ven más intensas desde esta parte del mundo, la parte del mundo de la gente loca, como yo. Hasta una canción puede hacerte llorar durante horas. Pero qué queréis que os diga, llorar purifica, ya me lo he autoenseñado yo.

El caso es, que la gente tiene miedo a arriesgar en la vida, porque nos han enseñado desde bien pequeños, que cuando juegas, puedes perder. Que cuando era pequeña y jugaba a polis y cacos, prefería esconderme durante toda la tarde por miedo a dar un paso y que uno de mis amigos se lanzara sobre mi como un oso sobre un salmón. Porque perdía. Y joder, perder es una mierda.

¿Pero sabéis qué os digo? Que perder no es jugar y no ganar. Perder, es perder el tiempo escondida en esa esquina para no dar el paso. Perder es no jugar.

Os he asegurado que os joderéis vivos arriesgando y puedo poner la mano en el fuego afirmando esto. Pero ¿qué pasa si al final no perdéis? ¿Qué pasa si al final merece la pena haber jugado? Y para los acojonados ¿si pierdes? Pues si pierdes, has vivido la experiencia. Has aprendido, eso seguro. Y al menos, no te quedarás con el mal sabor de boca de no haberlo hecho.

Mi madre siempre me ha dicho que debo arrepentirme de lo que hago, pero no de lo que dejo de hacer. No dejéis pasar el juego, no os quedéis mirando desde las gradas. Moved el culo y actuar, porque entonces es cuando tenéis posibilidades de ganar. Porque un buen día os despertaréis con ganas de intentarlo y el juego se habrá acabado. Y entonces, en ese instante, os daréis cuenta de lo que es perder de verdad.

En resumen, mi briconsejo: todos a engañarnos, enseñarnos, querernos y odiarnos a nosotros mismos. Vivir en esta parte del mundo, por mentira mayor que pueda ser, a veces es incluso bonito. Y pase lo que pase, ganéis o no ganéis del todo, algún día podréis contarles a vuestros nietos la fabulosa historia de aquella época en la que pudo ser y no fue, pero que aprendiste una valiosa lección. Os diría cual, pero aún no la he aprendido. Aún me queda el ultimo paso.

Y sinceramente, cada vez me cargo más las pilas para darle un buen mordisco a quien quiera que esté dirigiendo mi película. Cualquier día, cuando menos os lo esperéis, me pondré a dirigir yo. Y... qué queréis que os diga. No va a ser digna de oscar, pero os aseguro que el final va a ser alucinante.

domingo, 15 de mayo de 2011

Mi parte menos divertida

Hoy no voy a ser divertida, exagerada o ingeniosa si es que alguna vez lo he sido, claro. Hoy no tengo el humor. Tendría más sentido hacer una nueva entrada así si escribiera a menudo, pero bueno, la mayoría de las cosas que hago no tienen sentido. Así que sigo en mi línea.

¿No os ha pasado nunca que conocéis a alguien y se os nubla la mente? De la mejor manera o de la peor, pero chocáis con alguien un buen día y entonces dejas de ser la persona que eras. A veces es en la cola de la panadería, otras veces de fiesta etílica y otras, en pocas ocasiones, de formas raras y absurdas. Pero ocurre. Y entonces la razón se queda escondida, oculta en un armario, como Justin Bieber.
A veces golpea las puertas intentando salir, pero ahí tienes al corazón poniéndole muebles y demás movidas que tengamos en la cabeza obstruyendo la salida (es curioso imaginarse la cabeza como una habitación. La mía sería un desastre seguro) y todo para que la razón no pueda salir. Y así vives, en un mundo genial, nuevo. Al menos para la gente como yo, que ha vivido siempre por y para la razón.
Racional, era el primer adjetivo que siempre me ha venido a la cabeza a la hora de describirme. Racional en extremo, porque para qué centrarnos en los grises, en este caso era o blanco o negro. Yo era de esas personas que por no arriesgar, no he apostado en mi vida. Y no soy rata, es sólo que perder me ha dado tanto miedo durante tantos años, que decidí dejar de hacerlo. Y obviamente, tampoco gané nada.

Pues bien, así era yo. Tenía a la razón ahí de escudo, protegiéndome de todo. Y yo iba muy feliz y muy tranquila, siempre pensando que me faltaba algo, pero con la esperanza de encontrarlo algún día. Y... zasca. Un día se me despistó la razón y ya no recuerdo más. Y ahora estoy dividida. Porque después de tanto tiempo encerrada en el armario, la razón ha salido muy enfadada y me está dando un discurso que... Para qué contar. Se está quedando a gusto. Y a su vez, el corazón, llamémosle "cursilandia" (es todo cosa de la razón, que le tiene manía) habiendo estado tanto tiempo al mando, se ha puesto a tomar anabolizantes y está cuadrado. Y a ver cómo se enfrenta ahora la razón que todavía tiene los riñones hechos polvo del armario, al bicharraco estilo Rafa Mora de cursilandia. Pues ni con un palo.

Así que así están las cosas. La enclenque de mi razón, que me ha dado una jodida lección con sus chillidos, o el rafa mora de cursilandia. Está claro quién va a ganar ¿no? Pues eso. Que podéis desearme suerte para que no me encuentre con una gran piedra en el camino que me haga tropezar y darme cuenta que la enclenque, que una vez más está sufriendo la tortura del cursilandia este, tenía razón.

Y con esta bonita metáfora sobre lo asquerosamente difícil que es tener hormonas en el cuerpo, os dejo. Ale, a cascarla.

viernes, 18 de febrero de 2011

Crueldad tolerable

Hola, me llamo Ane y a veces actualizo el blog.
La verdad es que teniendo en cuenta que esto debería servirme para que la gente conociera mis locuras y/o pensamientos más oscuros, lo llevo un poco mal. Pero lo achacaré a que no tengo mucha locura ni pensamiento oscuro, aunque sea tan falso como las tetas de Yola Berrocal.
A propósito de eso: ¿cómo duerme esa mujer? Cada noche tiene que ser una aventura meterse a la cama. No sabe si al día siguiente sus prótesis habrán terminado con ella asfixiándola o se habrán mantenido en su sitio. Yo no me fiaría de lo que me ponen ahí, esa masilla tiene pinta de tener vida propia.

En fin, ayer hablando con un amigo, me inspiró una entrada. En realidad no pensaba actualizar, pero estoy en clase y creo que es más entretenido que prestar atención. Podría excusarme diciendo que esta asignatura es muy aburrida, tan cierto como que una teta de Yola Berrocal es tan grande como la cabeza de mi sobrino de 11 meses, pero para ser completamente sincera, pocas asignaturas se salvarían de arder en la hoguera este año. Sólo apartaría a las de guión, y de esas ya sólo me queda una. Y no tengo por qué asistir, porque hice la versión más "difícil" en el primer cuatrimestre. Si, así funciona mi universidad. Te dan la optativa de Guión II en el primer cuatrimestre y pasan a la de Guión I en el segundo. ¿Por qué? Porque si, qué más da.

A lo que iba, que al final hablaré de todo menos de lo que iba a hablar. El tema es que a mi me pone nerviosa la gente "buena". No quiero decir que yo sea mala. Osea, creo que soy buena persona y esas cosas. Vamos, que no penséis que cuando alguien me pide ayuda, me río en plan "mala de la película" y arruino su vida. Suelo interesarme por ayudar si me necesitan, siempre y cuando no se trate de asesinos en serie o delincuentes. Para el tema de respetar la ley soy bastante miedica.

Me pone nerviosa la gente que es agradable, simpática y entregadísima de la vida con TODO el mundo. Ese tipo de gente que conoces una noche por circunstancias sin importancia y durante esas 6 horas de relación te hace sentir como si fueras la mejor amiga del mundo, aunque ni siquiera sepa si tu nombre se escribe con una n o con dos. Esas que hablan con un tono de voz que todos, sin excepción, hemos usado alguna vez cuando nuestros padres nos llaman y no están muy contentos o por el contrario, cuando nosotros les llamamos y queremos pedirles algo que probablemente no nos quieren dar. Esas que quieren a todo el mundo. Y no es algo que supones, es algo que proclaman por donde puedan. ¿Que una noche les dejaste el mechero y les ayudaste sujetándoles la puerta del baño mientras meaban? Te quieren. ¿Que un día contaste un chiste gracioso y estuvieron riéndose unos 23 segundos? Qué graciosa eres, te quieren. ¿Que estás conectada al tuenti chat? Te quieren y además te dan el coñazo.

A mi me gusta la gente de verdad. Esos que no tienen miedo de decir lo que piensan aunque lo que piensen sea una barbaridad. Sobretodo me gusta cuando lo que piensan a mi misma me parece una barbaridad, entonces yo suelto otra barbaridad contraria y nos ponemos a discutir. Y no digo discutir en plan "estirémonos del pelo, vamos a ser salvajes"; sino una discusión con fundamento. Puedo decir que me gusta discutir, sobretodo con gente que piensa lo contrario a mi y tienen sus razones para pensar lo que piensan. No esos a los que preguntas ¿por qué? y te dicen: pues porque si. Creo que se aprende a ser más tolerante cuando sabes el por qué de las diferentes formas de pensar.

Hablo de esos que como yo, sufren de incontinencia verbal. Y hablan antes de analizar lo que van a decir. Esa gente que no conoce el uso de los eufemismos. Y no quiero decir que tengan razón en lo que dicen, yo la mayoría del tiempo digo gilipolleces (sólo hace falta leerme) pero al menos te echas unas risas y ves de qué palo van. Y no me refiero a faltar el respeto a nadie, claro. Que tampoco está la cosa para faltar. Mola lo del vacileo. Yo cuando conozco a alguien y podemos tener una conversación de esas de vacile, me cae bien automáticamente. Es como si se encendiera un interruptor en mi cabeza. Cuando eso ocurre es el momento de comenzar el combate. A ver quién deja peor a quién, pero siempre desde la barrera esta de no meterse con cosas dolorosas, que como he dicho, en el fondo tengo buen corazón. Más bien un zas en toda la boca, continuo. Yo con esa gente me lo paso de lujo.

Después de hablar de estas cosas que seguramente no os interesarán, he decidido que voy a despedirme. O quizás no, porque siempre creo tener un esquema en la cabeza de lo que voy a decir y luego me vienen las tetas de Yola Berrocal a la cabeza. Y no en plan pornoeróticofestivo, en ese plan me viene Cam Gigandet entre otros hombres de buen ver. Esos que presentarías a tus padres orgullosa. Ya me lo imagino: ama, este es Cam. Tiene 28 años y es americano. Ah y actor.
Mi madre se volvería loca de contenta. Creo que se volvería loca de contenta aunque le presentara a un Ni-ni. Con que le presentara a alguien bastaría.

Si, la gente me ve forever alone. Voy a censurar en mis oídos la pregunta "¿no tienes novio?" y su consecuente pregunta ante mi respuesta "¿y por qué? Si quieres te lo busco". Para cuando alguien haga estas preguntas he decidido que mi cabeza reproducirá alguna canción. La de la abeja Maya mismamente.

No, en serio. ¿Por qué la gente hace esas preguntas? ¿Qué esperáis que contestemos? "No tengo novio, porque he nacido en una familia en la que me han inculcado como valor principal que las relaciones interpersonales con personas de otro sexo están prohibidas y he decidido quedarme sola hasta el fin de mis días, donde me encontraré rodeada de gatos mientras me balanceo en mi mecedora". Pues no. No tengo novio porque no se ha dado el caso, igual que no se ha dado el caso de ser negra y podría serlo perfectamente. Sólo tendría que volver a nacer en una familia afroamericana mismamente.

En fin, ahora si, creo que ya es hora de terminar esta entrada. Intentaré actualizar próximamente (me he dado cuenta de que siempre digo lo mismo y luego actualizo 18 años después). Así que probaré a decir: no pienso actualizar nunca jamás de los jamases.
Igual con esto actualizo mañana, who knows.

¡Saludetes a todos! Y gracias por leerme, los que lo hacéis, me hace mucha ilusión cuando me preguntáis por el blog. Bueno, es una mezcla entre ilusión y una vergüenza horrible, porque soy tan constante como Charlie Sheen intentando dejar los vicios. Pero bueno, intentaré superarme.

PD. Muchas gracias por los regalos de reyes que NO recibí. No sé como Gaspar pudo olvidarlos, las próximas navidades tendré una charlita con él.