jueves, 29 de enero de 2015

He vuelto. Culpad a la fiebre.

Si, no recordaba que tenía un blog. Sinceramente, después de contraer asma 17 veces del polvo que tenía este cacharro y ya de paso, una jodida amigdalitis de caballo, pues he pensado que igual era hora. Hola fan número uno que siempre ha estado ahí (nótese la ironía).

No nos vamos a engañar. Llevo dos días en esta cama para liliputienses, en la fría y lluviosa Inglaterra (habló la que viene de Benidorm, sabes), con la garganta llena de pus y deseando que alguien me arranque estas glándulas que no sé para qué sirven. Y después de sentirme como Javier Bardem en Mar a dentro mil quinientas veces, se me ha ocurrido que debería bloggear. Si me pongo a ser sincera del todo, estaba pensando en los futuros y nuevos vídeos que haré algún día cuando tenga una cámara decente. Pero como tengo una memoria de mierda, he pensado que primero lo escribo en mi plataforma inexistente y ya después si acaso… Me grabo contándoos la basura.


A ver, para empezar siendo claros. Basura no puede ser porque soy mujer. Y todos sabemos que las mujeres somos la hostia. Todo feto antes de ser nada es mujer y después pasan cosas terribles con los cromosomas y se les deforma la entrepierna y el cerebro. Desgracias de la vida.

No voy a ser tan dura porque por suerte o porque tengo un profundo problema mental (nunca lo sabremos) he tenido muchos amigos durante toda mi vida que han decidido contarme a mi sus problemas con las mujeres. Que no son problemas, porque resumiendo aquí: SIEMPRE TENÉIS LA CULPA. PUNTO.

Se acabó el blog.

No, ahora en serio. Hombres del mundo, aquí os traigo algunas respuestas que siempre habéis querido saber.


  • 1. En una discusión, siempre, SIEMPRE, tendréis la culpa. Es posible que se de el hipotético y peculiar caso (que sólo ocurre un 1% de las veces) en el que al final de la discusión consigáis demostrar que teníais razón respecto a la pelea. Pero ni con esas os libráis. Porque nuestro cabreo viene de antes y puede ser por vuestro tono de voz en la pelea, puede ser que nos hayáis mirado mal durante la discusión o esos pantalones vaqueros que ya no cierran bien porque nos invitáis a tantos jodidos batidos (QUE QUEREMOS Y NO DEBEMOS) que cualquier día nos van a llamar para anunciar corporación dermoestética. Y PARA SER EL ANTES.





  • 2. Vale, os habéis enfadado con vuestra novia, mujer, madre, hermana, amiga, tía abuela. Ahora qué hacemos. Lo más importante que tenéis que recordar es que una mujer JAMÁS EXAGERA, aunque esté llorando en una esquina con profundo dolor porque el Duque ha muerto y jamás podrá estar junto a Catalina. Ni con ella, que eso es lo que jode a la población femenina mundial.
Por tanto, hay una serie de frases que jamás podéis usar.

Respira y relájate: ¿Qué haces? ¿Has evolucionado a matrona experta en partos? No estamos dando a luz así que el que se tiene que relajar eres tú, maldito inútil.

Bueno, cuando se te pase me avisas: Cuando se nos pase estaremos en Cuenca y tú olvidado en el profundo cajón de los asquerosos. ¿A las mujeres nos gusta enfadarnos? Puede ser. Pero lo que más nos gusta es que os arrastréis rogando perdón. Jamás dejes a una mujer enfadada, desenfadarse sola. Es tan malo como darle de comer a un Gremlin a partir de las 12.

¿Tienes la regla?: Estás muerto. No tengo mucho más que decir. Sólo añadir que los estudios han demostrado que a) vosotros queridos amigos con pene, también sufrís desequilibrios hormonales a lo largo del mes y b) si tuvierais el mínimo dolor que sentimos las mujeres con nuestra fantástica condición  moriríais llorando en posición fetal. Así que #Respect.

Igual estás exagerando un poco: Vuelve a leer. Las mujeres no exageramos. Sobresentimos quizá, ¿pero exagerar? Que te den.





  • 3. Qué hacer ante la pregunta “estos pantalones (introduce aquí la prenda de ropa que te de la gana) me hacen gorda”. Lo primero que tienes que saber es que nosotras como ser superior, sabemos ya de antemano que estamos metiéndoos en un callejón sin salida. Si nos halagáis mentís y si sois sinceros, morís. Es más, es posible que  lo que llevemos puesto sea algo que ni siquiera nos gusta a nosotras y sea una talla de cuando teníamos 14 años pero ese día nos sintamos un poco más graciosas de la cuenta. Ante esto, ¿qué hacer? Si es vuestra novia o mujer, actuad. No podemos hacer nada si no podemos hablar. Ya me entendéis.







  • 4. A las tías siempre os gustan los cabrones, los que somos buenos nos comemos los mocos. Vamos a hacer un pequeño apunte en esta afirmación. A las tías nos gustan los “cabrones” igual que a vosotros os gustan las “cabronas”. La razón es sencilla: ellos/as saben lo que quieren y lo que tienen que hacer para conseguirlo. Y aunque las mujeres sabemos SIEMPRE cuándo nos estáis dorando la píldora, muchas veces es agradable. Eso no significa que tengáis que usar la frase “eres la más guapa de toda la discoteca/biblioteca/panadería” cada vez que salgáis, y menos si os habéis bebido todo el Jack Daniels de la ciudad.



  • 5. Las tías sois complicadas y nunca sabéis lo que queréis. Claro que lo sabemos. Queremos que seáis unos cabrones pero que os muráis literalmente por nosotras (exclusivamente). Queremos que seáis divertidos pero lo justo para no pensar que estamos con Miliki. Queremos que seáis caballerosos sin tener la sensación de que pensáis que somos imbéciles. Queremos romanticismo sin vomitar arcoíris. ¿Es tan difícil?




En fin, estos cinco puntos son los primeros de una saga que me inventaré próximamente. Pero si puedo dar un consejo sincero (¡DIOS MÍO NADA DE LO QUE HAS LEÍDO HASTA AHORA ERA REAL! ¡SAL DE ESTE SUCIO BLOG!) la risa es la mejor arma que podéis usar. Ahora, simplemente tenéis que averiguar qué sentido del humor tiene la chica en cuestión. Y según como tenga el día… Quizás acertéis.

Hasta que me operen de amigdalitis en unos meses, igual actualizo esto. O igual no. Total, siempre digo lo mismo.